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Durante los últimos años nuestro planeta está experimentando un acelerado aumento de la temperatura, que afecta tanto a la adaptación de los seres vivos como a la propia geografía física de la Tierra. Científicos y expertos de todo el mundo tratan de detreminar cuales son las causas de fenómenos como el deshielo en los polos.
Es un hecho comprobado que la acción contaminante de la actividad humana es el factor determinante para explicar el acelerado aumento de la temperatura sobre la Tierra. Los avances científicos y tecnológicos nos permiten utilizar energías alternativas que pueden frenar el impacto de nuestra actividad sobre el planeta.
El efecto invernadero es un proceso natural derivado de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Aunque no es el único agente que interviene en el efecto invernadero, es el más estudiado debido a su incremento en la atmósfera desde la Revolución Industrial y su relación con el denominado «calentamiento global».
Aunque el consenso científico no es pleno, todo parece indicar que la adición de contaminantes a la atmósfera, especialmente ingentes cantidades de dióxido de carbono, son, en gran parte, la principal razón del acelerado aumento de temperatura que provoca, entre otras cosas, el deshielo de los polos.
Igualmente, en su pasado geológico, la Tierra ha conocido etapas de gran calentamiento, mucho antes de que el hombre apareciese.
Además del movimiento de rotación y traslación, la Tierra está sometida a otros movimientos, como la precesión de los equinoccios, la variación del eje terrestre o los cambios en la forma de la elipse que dibuja la Tierra en su movimiento de traslación, modificando la distancia respecto al sol.
Estos movimientos se desarrollan en grandes ciclos de miles de años de duración, por lo que no son observables a escala humana, pero podrían ser determinantes en aspectos climáticos, cronológicos, y en el movimiento de los fluídos.