La vuelta al cole es, junto con la cuesta de enero, uno de los momentos más desestabilizadores para la economía de las familias españolas. Hace unos años, un estudio de la OCU sobre los gastos de la vuelta al cole en 500 familias españolas afirmaba que el gasto medio por niño de entre 2 y 18 años durante el año escolar estaba sobre los 1200€ y que casi la mitad de ese importe se iba en septiembre, con la compra de libros, libretas, útiles de escritura y ropa para la escuela. Por eso cada vez más gente reutiliza libros y material escolar, ya sea de familiares o acudiendo a iniciativas como los bancos de libros.
Antiguamente era muy frecuente que los libros de la escuela pasaren de unos hermanos a otros, y lo mismo ocurría con otros elementos que aún podían usarse, como los chándales para gimnasia, los uniformes o las cajas de lápices de colores o rotuladores. ¿Para qué comprar uno nuevo si el del primo o el del hermano aún podía usarse?
No obstante, el hecho de que ahora haya mayor cantidad de hijos únicos que antaño y que las continuas reformas educativas obliguen a modificar continuamente el contenido de los libros de texto ha hecho que el reciclar los libros dentro de las propias familias sea casi imposible: los libros que ha usado un hermano pueden ser completamente distintos de los que se utilizan en el mismo colegio cuatro o cinco años más tarde.
Y precisamente por eso han aparecido iniciativas como los bancos de libros escolares, muchos de los cuales están gestionados por las propias escuelas públicas. En estos bancos se depositan todos los libros de texto al terminar el curso escolar, y los reutiliza al año siguiente para otros alumnos. En la misma línea van algunos colegios, que han optado por empezar a usar versiones digitalizadas de los textos escolares, completamente gratuitas, pero ésta es una opción poco extendida de momento.
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