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El cambio climático es una realidad y, poco a poco, estamos viendo cómo cada vez es más visible. Veranos de mucho calor, inviernos más cálidos que en años anteriores, la nieve en las estaciones de esquí llega cada vez más tarde, el deshielo de los casquetes polares y los glaciares… No solo los Gobiernos deben encargarse de temas como estos, sino que nosotros, desde nuestra casa, también podemos aportar nuestro granito de arena para frenar el cambio climático.
Es muy importante ser conscientes de que el agua es un lujo y no un derecho, aunque a nosotros nos resulte muy fácil conseguirla con solo abrir el grifo. Muchas personas en el mundo no tienen acceso a ella. Ahorrar agua es posible cerrando el grifo mientras nos cepillamos los dientes o nos enjabonamos.
El consumo eléctrico es otro de los aspectos que debemos tener en cuenta. Por ello, se aconseja no solo apagar los dispositivos eléctricos cuando no se utilicen, sino que también se recomienda no dejarlos en stand-by.
Si hablamos de electricidad y si no lo hemos hecho ya, hay que sustituir las antiguas bombillas por focos y fluorescentes de tipo LED. Duran hasta 10 veces más que las alternativas más convencionales, dan una luz blanca mucho más intensa y su consumo es hasta un 80% menos que las bombillas y fluorescentes de toda la vida.
Nunca está de más tener presente el uso de detergentes que estén libres de fosfatos. Si no se tiene en cuenta, los fosfatos hacen que las algas proliferen en el agua y cuando éstas mueren se descomponen en bacterias que consumen mucho oxígeno, haciendo que la vida acuática se extinga.
El reciclaje es necesario y algo que resulta muy fácil de hacer. Un sencillo gesto como tirar el plástico a su contenedor adecuado puede ayudar mucho. Además, aprender a qué contenedor va cada residuo es muy fácil, lo único que hay que hacer es acostumbrarse a la rutina de reciclaje.