Los atentados yihadistas del jueves 11 de marzo de 2004 causaron 193 muertes, tras explosionar diversas bombas en trenes de Cercanías en la estación de Atocha, el Pozo y Santa Eugenia.
Ese día, la capital de España se sumió en el horror provocado por la explosión de diez mochilas cargadas de explosivos y escondidas en distintos puntos de los trenes.
Más de dos mil personas, sin contar familiares, amigos, conocidos de quienes estaban en las estaciones en las que explotaron las bombas en aquel momento, quedaron afectados por lo sucedido.
A las 7:37 de la mañana estallaron las primeras bombas. Las cámaras de vigilancia captan las tres explosiones de forma consecutiva y el caos y el humo que se apoderó del andén. Un minuto después, dos artefactos más estallaron en el tren 21435 a la altura de la estación de El Pozo, en el barrio de Vallecas. Otra en un tren en la estación de Santa Eugenia. Tres estallaron en el vehículo 21431, que circulaba por la vía 2. Una de esas tres deflagraciones fue la que alcanzó a Laura. Las últimas cuatro estallaron en la calle Téllez, en el tren 17305, a 500 metros de la entrada de la estación.
Meses después, la policía consiguió detener a los primeros responsables
Laura Vega García fue la última víctima en morir, a la edad de 35 años y tras haber pasado 10 años en coma después del atentado. Su familia recibió la mayor indemnización de las víctimas del terrorismo, recibiendo 3 millones de euros.
En la estación de Atocha se alzó un monumento en recuerdo a las víctimas y todos los años se celebran actos en su memoria.
Es por ello que, en nombre de todos ellos, el día 11 de Marzo se declaró Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo, día dedicado a hacer llegar nuestro apoyo a las familias y hacerles saber que no les olvidamos.